El Mesías


Hoy voy a continuar como en el post anterior, tratando de demostrar porque Las Sagradas Escrituras (La Biblia) es la palabra de Dios.

Cuando leemos el Antiguo Testamento, a lo largo de él se hace referencia a El Mesías que vendrá y hay cientos de profecías que se hacen de él y que cuando llegue, en él se cumplirán todas dichas profecías, a lo largo de su vida.

El Mesías de que habla el Antiguo Testamento es Jesús.

Estadísticamente hablando, que se cumplan unas cinco profecías en un hombre para que sea indicado como el Mesías, es una probabilidad bajísima de que ocurra, pero que cientos de profecías se cumplan en un sólo hombre es imposible desde el punto de vista humano.

Hay quienes especulan que Jesús llevó una vida de tal manera que hiciera coincidir estas profecías en él, ya que las mismas se conocían por el Antiguo Testamento. Hoy les voy a hablar de una de esas profecías que era imposible que él tratara de cumplirla como hombre y que demuestra sin lugar a dudas que Las Sagradas Escrituras es la palabra de Dios.


José y María, vivían en la ciudad de Nazaret y allí hubiese nacido Jesús, sino fuera porque el emperador romano Augusto César promulgó un edicto que todo el mundo fuese empadronado en la ciudad de sus ancestros y como José era descendiente de la casa y la familia de David tenía que trasladarse a Belén, ciudad de nacimiento de David.

Además era un primer censo, no que hiciera un censo cada cierto tiempo, ordenado por el emperador romano, por lo tanto Jesús nació en Belén como consecuencia de ése edicto. Jesús no podía determinar el lugar de nacimiento y menos en una ciudad donde no vivían sus padres, ya que sus padres vivían en Nazaret.

Además, José y María no tenian intención de viajar desde Nazaret hasta Belén, por lo largo del viaje , entre 120 y 150 Km, y además en asno, debido a su avanzado estado de gravidez. Ese viaje debe haber durado entre 4 y seis días, lo cuál es un milagro que sobreviviera el niño, dada las malas condiciones para viajar.  

Como dice el refrán "El hombre propone y Dios dispone".

Las razones que tuvo el emperador Augusto César para ordenar el edicto de ése primer censo, no importan, lo que importa es que Dios tenía el control de toda la situación para que se cumpliera la profecía del nacimiento de el Mesías en la ciudad de Belén.

Que Dios los bendiga abundantemente.

Rodolfo Grössl.

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